Styx: Shards of Darkness

En 2014, un duende rebelde y con pocos pelos en la lengua cautivó al mundo, para bien o para mal, Styx: Master of Shadows fue un juego que muchos odiaron, y muchos otros amaron, y que este 2017 está de regreso con la secuela titulada Styx: Shards of Darkness, la cual tuve la oportunidad de probar en Xbox One.

Pero, ¿realmente necesitábamos una secuela?, ¿qué tan bien está desarrollado el juego?, y tal vez lo más importante, ¿redime los errores cometidos por el primer juego?.

Historia

Justo después de donde terminar la primera entrega, Styx regresa ya como un elfo intelectual y con la raza duende ya prácticamente establecida, pero con el pequeño detalle de que han sido tachados de ladrones en todo el mundo el cual habitan.

Al «maestro de las sombras», un asunto extraordinario lo obliga a salir de su escondite para infiltrarse en Körangar, la ciudad de los Elfos Oscuros, con la intención de averiguar qué es lo que los elfos traman y porque odian tanto a la raza de los duendes…

La historia que nos narra Shards of Darkness al principio pareciera super predecible, pero afortunadamente Cyanide logró meterle unos cuantos giros de tuerca a la trama para luego entonces, ofrecernos una historia un poco más aceptable.

Si bien Shards of Darkness no se llevará un Oscar por la trama, es una campaña bastante aceptable que desafortunadamente se ve un poco opacada por el reciclado de escenarios en los cuales se desenvuelve.

Durante los episodios que narran el modo campaña, te tomarás alrededor de unas 15 horas en descubrir qué es lo que sucede y cuál es el desenlace de una historia no tan forzada, y que a su vez (para bien o para mal) no recurre a tantas misiones secundarias para conocer los detalles primordiales o complementarios del argumento.

Presentación

El juego corre con el motor gráfico Unreal Engine 4, un motor que muchos desarrolladores hoy ocupan y que han demostrado el gran poder que ofrece. Styx: Shards of Darkness es uno de esos juegos que lo aprovecha, pero digamos que no al 100%, pues en todo el juego si bien es cierto que los personajes están bastante bien modelados, los escenarios se quedan cortos.

Y es que hablando de los escenarios, nos encerramos a un mundo pequeño a mi parecer, en el cual visitaremos, exagerando, cinco diferentes, de los cuáles en lo personal solo me agradó uno, pues el gran uso de colores y contrastes realmente es bien apreciable y agradable al ojo que al menos te saca un poco de toda la oscuridad en la cual se desarrolla el juego.

Sí, es verdad que Styx es un juego de sigilo, pero no por ello debe desarrollarse casi en su totalidad en escenarios oscuros o que necesariamente sea de noche en aquellos espacios, y una muestra de que pudo haber aprovechado más otro tipo de ambientación es justamente el embarcadero de Körangar.

En cuestión de personajes, Styx está muy bien detallado, pero digamos que pareciera que no se prestó el mismo nivel de empeño en detallar a los personajes secundarios en su totalidad. A veces vemos a personajes un tanto feos en su diseño y en su animación, pero afortunadamente esto no interviene en la experiencia de juego.

La música es un tanto imprescindible, pues nunca noté algo que realmente me gustara, con excepción del jefe final que fue épica por los instrumentos de música clásica usados.

El diseño de jefes es algo que me agradó muchísimo del juego, no solo por la cuestión gráfica, sino también por el estilo de juego al que tienes que acoplarte, además por la dificultad que cada uno tiene lo cual no hace fácil el poder eliminarlos. Creo fielmente que ésta es una de las partes que más destacan de Styx: Shards of Darkness.

En cuestión de interfaz gráfica, los menús son bastante sencillos e intuitivos. El sistema de habilidades tipo árbol es entendible y junto al sistema de equipamiento se limitan a que solo los puedas utilizar en el escondite del duende. Por el contrario, el sistema de crafting de los ítems puedes hacerlo en el escondite o también, hacerlo en cualquier lugar, siempre y cuando hayas desbloqueado la habilidad.

Jugabilidad

Styx: Shards of Darkness es un juego puramente de sigilo, un juego que te castiga por no hacer las cosas de esta manera, ¿a qué me refiero? a que no debes matar, o más bien deberías intentar no hacerlo, porque con cada enemigo que mates (salvo que la misión así lo requiera) el juego te irá castigando por no tener misericordia con ellos.

A su vez, Cyanide también nos castiga por el tiempo en que nos tardemos en completar cada misión, por los objetos que hayamos robado (o encontrado) así como también por las alarmas que hayamos activado. Todos estos, junto a la misericordia se califican con medallas de oro, plata y bronce que en conjunto con las misiones, primarias y secundarias, te darán un puntaje total por misión. Éstos puntos te ayudarán a tener más puntos de habilidad para desbloquearlas en el árbol de habilidades.

El juego en Xbox One se desempeña en general bastante bien, sin embargo me tocó algunas veces ver los típicos bugs en los cuales el enemigo se queda trabado en un lugar donde ni siquiera había un objeto que le estorbara, o bien, en el cual el mapa se mezclaba con el movimiento de la cámara imposibilitando la vista, o el peor de todos, el juego se cerraba sin razón alguna en medio de una misión… esto me pasó al menos tres veces, aunque afortunadamente siempre fue después de haber pasado un punto de guardado automático o yo mismo haberlo hecho.

Styx: Shard of Darkness aprovecha todos los botones del control, con los gatillos podrás activar los poderes del duende, lanzar señalar objetivos para lanzar objetos, deslizarte, entre otros. Con los botones XYAB podrás saltar, rodar, lanzar objeto y activar o abrir puertas y elementos. Por otro lado, la parte que más me agradó fue el uso que se le dio al d-pad, pues podrás desde elegir el objeto a lanzar, hasta lo más importante, guardar con un solo botón sin la necesidad de abrir el menú.

La mejor parte de Styx: Shards of Darkness es cada reclamo que el duende te hace cuando terminas matándolo…

Tal vez la parte más lamentable del juego viene definitivamente en la inteligencia artificial, los enemigos parece que simplemente son ciegos y solo pueden ver a algún lugar en específico o en alguna dirección establecida, y esto por supuesto hace que la infiltración no sean tan difícil y puedas aprovecharte de este error muy fácilmente. Éste es un punto que en el primer juego se manejó, y que Cyanide nuevamente optó por mantener, y no por optar por el cono de visión que hubiera hecho el juego más difícil.

Otro punto es también lo malo que resulta el estilo de plataformas, pues es bastante irregular lo cual hace que cada vez que vayas a saltar de un lugar a otro, definitivamente lo piensas dos veces y mejor optes por guardar la partida, pues sabes que la probabilidad de caer es sumamente alta. Éste es otro punto que también fue un problema en el juego anterior y que tampoco se mejoró y que desafortunadamente jugará un papel importante para que las misiones sean un poco más prolongadas en cuestión de tiempo.

Conclusión

Styx: Shards of Darkness se quedó en el «ahí merito», pues si bien pulió aspectos importantes como el diseño de niveles, se quedó cortó o simplemente a gusto con otros puntos como la IA. Es un juego entretenido que definitivamente agradará a los que buscan un poco de reto y sobretodo que tienen interés en juegos de sigilo.

Para ser una secuela de un juego lanzado hace tres años, Cyanide pareciera que solamente hizo esta «secuela» meramente por vender, y no por innovar.

Este escrito representa únicamente la opinión de su autor y no necesariamente la del equipo de Versus.

Agradecemos a Cyanide y Maximum Games las facilidades para realizar esta reseña.