Les Misérables

México, uno de los países más versátiles en casi todos sus aspectos. Un país lleno de inmigrantes, de mezcla de razas, religiones, y que a pesar de tantas diferentes, siempre se ha destacado por su calidez humana, sin importar qué hace diferente a otras personas.

Todos los que vienen a México lo terminan amando. Y ojalá, aunque no puedo afirmar, que así fuera en todos los países.

Pero que pasa cuándo en un país como México, pero del otro lado del charco, existe una fuerte presencia de gente «extranjera» cuyo único pecado fue tal vez, huir de su país, nacer en un lugar en el que no quería o simplemente no tener las mismas oportunidades que otros.

Es una situación que no solo pasa en Francia, que seguramente pasa en muchos otros países del mundo, México incluido, pero que en esta ocasión, nos cuentan de una manera un poco más cruda y sin dejar de ser realista.

Bienvenidos al primero mundo, aunque solo «para los elegidos.

Historia

Stéphane es un policía que llega a París para unirse a las brigadas anticriminales de Montfermei, y es aquí donde conoce a Chris y Gwada, dos policías con experiencia no solo en el ámbito, sino más específicamente en el lugar al cual estarán cubriendo.

En una zona que, al parecer, es marginada en «la ciudad del amor», vemos un París totalmente diferente a lo que normalmente aparenta en las fotografías, en la publicidad, pero sobretodo en lo que nos cuentan aquellos que han tenido la posibilidad de conocer la capital francesa.

En París, no todo es la Torre Eiffel, no todo es el Louvre, pero más que nada, no todo es paz y tranquilidad. Y muestra de ello es las enormes protestas que hemos visto en los últimos años en dicha ciudad.

Y ese es el mensaje que nos tiene Les Misérables.

La película nos cuenta la historia sí, de los policías, pero también del cómo Stéphane ve y vive en carne propia una situación bastante precaria en dicha ciudad, donde conoceremos a otro protagonista, Issa Perica, quien da vida a Issa, un chico que se ha «descarrilado» de lo que la sociedad dicta y prácticamente se ha convertido en un «criminal» al robar pollos de un mercado por ejemplo, o en el último de los casos, al robarse un león bebé de un circo que acababa de llegar a la ciudad.

Las acciones de Issa desencadenan una serie de hechos que transcurren a lo largo de dos días aproximadamente, donde veremos no solo como Issa intenta evadir sus problemas, sino cómo Stéphane descubre que si Chris y Gwada tienen una forma de hacer las cosas es porque ya tienen experiencia en esas situaciones, pero sobretodo porque conocen el lugar, ambiente y a las personas que habitan la zona de París.

Les Misérables no es una película que tenga algo que ver en cierta manera con la obra de Victor Hugo salvo el nombre, sin embargo es tal vez un reflejo de algo que también vemos en las palabras de Hugo, es un reflejo de la sociedad, un reflejo de cómo un país de primer mundo también «esconde» ese apartado feo que nunca queremos mostrar. Es como México, que si bien es bonito, no te atrevas a visitar las zonas dominadas por el narco, ni mucho menos aquellas de ciertos estados que están plagadas de delincuencia.

Sin embargo, a pesar de ser algo «feo» ante los ojos del mundo, Les Misérables también nos muestra el otro lado de la moneda. Que ellos al final son seres humanos que hacen todo por sobrevivir. Que un partido de fútbol en la calle es un gran disfrute como para cualquier otro aficionado. Que un niño puede arreglárselas para tener un dron y grabar cosas no tan agradables así como sucesos que pueden marcar una diferencia en su mundo.

Les Misérables es una historia cruda del día a día en una zona marginada de París. Es una película que habla de la verdad, de la violencia, de los abusos de poder, de la pobreza, pero también de la esperanza de que algún día las cosas van a cambiar, y si no es por obra del gobierno, será por obra de los ciudadanos.

Y tal vez, debo admitir, pude sentirme un poco más identificado con esta película porque tuve la oportunidad de ver parte de esa realidad en un reciente viaje a París. Estar en una de las zonas «no tan bonitas» de la ciudad, ver cómo los policías pueden de la nada amenazar a punta de pistola a unos chavos simplemente por armar un desmadre cerca de una estación del metro, o incluso ver como la situación de drogas y pobreza esta a «flor de piel» en una ciudad como esa, te deja saber que «hasta en los mejores países» existen cosas que no salen a la luz tan frecuentemente.

Presentación

La película es una belleza de inicio a fin. La forma de contar una historia y los tiempos se manejan bastante bien para sentir que estás viviendo un día completo en la vida de los policías, pero también un día en la vida de Issa, de sus amigos, su familia y todo lo que rodea la situación que está pasando en la película.

Es un reflejo como dije, de un día como cualquier otro en París.

La forma en la que se muestra cada una de las escenas, la fotografía y la música forman una gran armonía en pantalla para transmitirnos cada situación que aparece en pantalla. Desde el niño huyendo de los policías hasta el mismo niño a punto de ser mordido por un león encabritado.

Las actuaciones en general son bastante buenas y en parte eso se debe también a un buen guión, una película que no desperdicia minutos rellenándola de cosas innecesarias pues cada situación que ocurre dentro de la película tiene un porque. Cada personaje que aparece en escena tiene una misión y todo ese revoltijo que ocurre a lo largo del filme poco a poco va tomando forma y colocando sus piezas donde deben ir para darnos un final que no tiene madre, literalmente.

Por otro lado mencionar que si bien la película está en francés, su idioma original, la traducción realizada para México es bastante buena, y aunque mi nivel de francés tampoco de presumir, creo que la finalidad de los mensajes que tiene para enviar el filme logran transmitirse de una manera adecuada en los subtítulos.

El director Ladj Ly logra transmitir a través de cada minuto de la película esos momentos de tensión, de molestia, de pena y sobretodo nos lleva a un viaje de casi dos horas donde cada segundo estás más atento a lo que sucede, donde estás «al filo de la butaca» y con un clímax final que nos deja con «el Jesús en la boca».

Les Misérables es tan emocionante como Parasite, es una película que merece competir por el Oscar como lo está haciendo pues tiene todos los ingredientes necesarios para atraparte desde que inicia, transcurre y hasta llegar a su final.

Conclusión

Les Misérables es LA película que tienes que ver este 2020. Nos sirve para comprender que las cosas que pasan en México no son solo de nuestro país. Que París no es tan bonito como pintan. Que Francia no es mucho mejor que México en cuestión de racismo, marginación, pobreza y abuso de poder.

Que México no es el único país donde los niños crecen en un ambiente lleno de violencia que puede o no motivarlos a tomar ese camino en el futuro.

Les Misérables es una película que realmente se merece el Oscar, y si bien mi favorita sigue siendo Parasite, insisto en que tiene todo lo necesario para llevarse la estatuilla dorada.

Agradecemos a Diamond Films las facilidades para realizar esta reseña.