Yo antes de ti

“Solo… quiero ser un hombre que ha ido a un concierto con una chica vestida de rojo”.

Llevaba tiempo que no deslumbraba algo como esto, las películas cursis (nivel de diabetes: Tipo dos) han quedado opacadas por un mar de malas películas chick flicks que solo nos dan rezagos de lo que podría ser una historia de amor, sin embargo, el fenómeno que generó Yo antes de ti es algo peculiar, entrar a la sala de cine y encontrarme rodeado por chicas que reían a través de sus lágrimas y viceversa es algo poco común. Los pocos hombres en la concurrencia sentados estoicamente, resignados a su suerte de tener que acompañar a alguien o tal vez frenando sus emociones, seguía siendo un espectáculo digno de apreciar. Pero, lo que más me llena de sorpresa es que al final, esta cinta no es la prueba excesivamente dolorosa que me esperaba.

HISTORIA

Yo antes de ti es la adaptación del bestseller de Jojo Moyes publicado en el 2012 con el mismo nombre, en esta historia nos muestra como el amor puede trascender y no impedir los deseos de vivir o morir, una historia que nos llena de matices peculiares que pocas veces vemos en cintas de “amor”, parte de la magia de esta película es eso, el enfoque hacia el vivir o morir por amor, la esperanza y la resignación ante los deseos de la persona amada, solo por eso, por ser amada. Suena interesante en contexto y lo es en la presentación, con temas controvertidos y una dosis exacta de sarcasmo que puede sacarle una sonrisa a cualquiera.

PRESENTACIÓN

Esta historia de amor y drama se desarrolla en los ojos de dos actores peculiares interpretando el papel de amantes condenados. Louisa “Lou” Clark (Emilia Clarke), quien es una chica “con un gran potencia” pero que no logra desprenderse de su pequeño pueblo y de su familia aprensiva de clase trabajadora. Lou, con la necesidad de encontrar un trabajo para apoyar y sacar adelante su hogar, se convierte en la cuidadora del cuadripléjico de sangre azul Will Traynor, interpretado por Sam Claflin, una apuesta arriesgada, ya que solo tenemos como referencia su encarnación de Finn en la franquicia de Juegos del Hambre. Will es un joven y apuesto financiero de Londres que quedó cuadripléjico hace dos años cuando un accidente de motocicleta terminó con su estilo de vida perfecto. Su acaudalada familia posee un castillo británico justo sobre la colina a espaldas de la humilde morada de Lou y el decide mudarse a este pueblo donde la gente va cuando se ha cansado de vivir.

La habladora, positiva y extremadamente encantadora Lou, cuyo armario podría personificar varias de las películas más extrañas de Disney del siglo pasado, lleno de lunares y rayas con colores vibrantes, es contratada por la madre de Will (Janet McTeer, quien hace una participación notable) para darle una nueva chispa a su vida y disuadirlo de alguna manera de su idea de practicarse un suicidio asistido en una clínica especializada en Suiza. Cabe destacar que uno de los aspectos más embelesadores de la cinta es la incansable sonrisa de Clarke, la cual emana calidez y naturalidad, te lleva de un estado de frustración a hacerte sentir que todo estará bien, esto es gran parte la magia de la película, el gran trabajo de Emilia Clarke enamorándonos con su sonrisa.

Por otro lado Claflin es admirable con esos ojos secos, mordaces y el sarcasmo justo para compensar. Will le enseña a Lou sobre Mozart y películas subtituladas, y admite una debilidad por Armageddon de Michael Bay (detalle bastante malo para un admirador del cine francés). En momentos, el guión permite que ambos actores roben la pantalla y el corazón de todos los asistentes a la sala, argumentos cursis en situaciones posibles, claro, sin dejar a un lado la magia del romanticismo, no puedo dejar de pensar en la escena del baile en la silla de ruedas, la justificación del por qué mira su escote, las medias de abeja o el concierto con la chica de rojo, momentos que roban el aliento y nos hacen entender porque nos hacen falta películas que lleguen a estos estándares de cursilería.

La película nos muestra lo necesario para entender el contexto y no va más allá, unos cuantos besos y solamente una ligera connotación sexual, el punto exacto para robar una sonrisa. Al igual que el libro de Moyes, quien escribió el guión también, la película pasa por alto el sufrimiento y resalta la belleza. Realmente todos los personajes son entrañables y nos deja ver con ellos los diferentes enfoques de este controversial tema, no es sencillo, sin embargo nos deja ver cómo la cultura, la educación y el nivel socioeconómico puede coincidir cuando se trata de la vida de un hijo.

Sin embargo, encontré algunos detalles que no puedo dejar pasar por alto, los actores son cautivadores y llevan su papel de forma genial hasta el punto de los momentos más álgidos, donde el drama explota y debemos sentir que el corazón se nos hace añicos, es aquí donde fallan ligeramente, todo el resto de la cinta creí absolutamente todo, pero en este punto me perdieron, se nota que falta un poco de trabajo para ellos, pero esto no es algo que logre arruinar la experiencia.

CONCLUSIÓN

Es impresionante ver que el primer largometraje de la directora Thea Sharrock llegue a manejar estos estándares. Teniendo en cuenta las quejas emitidas por distintas organizaciones en contra del tema central de la película, asegurando que la cinta motiva a la gente con este problema a buscar el suicidio asistido, desde mi punto de vista no lo hace, pero es difícil manejar un tema tan delicado con la ligereza de una película romántica, es un interesante punto de discusión indiscutiblemente. Al final, no se puede culpar al público por caer seducidos por un largometraje con una historia sólida, buena fotografía y los encantos de dos brillantes estrellas jóvenes en un romance de película que da justo en el clavo, la combinación perfecta entre lo amargo y lo dulce.